martes, 24 de junio de 2008

Sin techo en Zaragoza - Algunos datos para conocer la realidad

Persona que vive en un espacio público abierto y alterna su estancia en la calle exclusivamente con albergues nocturnos. Es así como Cáritas define a los sintecho.

Algunos datos proporcionados por la organización son:

• En Zaragoza hay en torno a 100 personas sintecho.
• El 88% son hombres entre 26 y 45 años.
• Su esperanza de vida es de 55-60 años.
• El 90% tuvo un trabajo estable alguna vez en su vida.
• El 99% carece de higiene personal y sufre dolencias como cirrosis, ampollas en los pies y tuberculosis.
• El 90% padecen una enfermedad irreversible y tienen problemas con el alcohol. Son los denominados “crónicos”.


Adriano Cano, diplomada en Trabajo Social y con experiencia laboral en la penitenciaria de Zuera y en diversos centros sociales destaca que este tipo de personas eligen las grandes ciudades para asentarse, porque les proporciona una red de comunicaciones más amplia. “Ven a la ciudad como un lugar de oportunidades y además les proporciona el anonimato que desean”.

Establece tres tipos de individuos según la forma de vida y la relación que establecen con los servicios sociales:

• Mendigos: se trata de un solo individuo que pide limosna. La mendicidad infantil y la encubierta (como aquellos que venden pañuelos de papel o limpian cristales de coches), serían subtipos dentro de este grupo.

• Transeúntes o alberguistas: que mantienen relación de asiduidad con albergues y comedores sociales.

• Sin Techo: se trata de los más marginados socialmente, adoptan un estilo de vida autónoma que acaban por dar por satisfactorio.

Adriano Cano también precisa una serie de características comunes a todos los tipos:
• Indigente en lo económico
• Inlocalización espacial
• Desvinculación familiar
• Baja cualificación laboral
• Porcentaje importante de parados de larga duración
• Desarraigados de sus ámbitos vitales
• Incobertura sanitaria
• Envejecimiento prematuro
• Con fuertes sentimientos de fracaso y frustración
• Carencias afectivas

domingo, 22 de junio de 2008

Sin techo en Zaragoza - Casa Abierta

Blanca Castellot es voluntaria de la Casa Abierta, una de las opciones de vida de los sin techo más mayores de Zaragoza. Nos cuenta en qué consiste Casa Abierta y su experiencia personal.


Sin techo en Zaragoza - Marcial y José Miguel


Marcial recuerda que nació en el 64 pero no cuánto lleva en la calle. Te recibe entre sus cachivaches y se acerca a interesarse por lo que te trae hasta ellos. Educado y en silencio, con su gesto y sus manos agradece la atención.

Es bajo y escuálido y siempre acostumbra a elegir bien sus complementos. En los días fríos o cuando llueve, usa su carismática boina negra, la misma que ahora posa en lo que correspondería al cabecero de lo que le sirve de cama. Hoy, día soleado, lleva una gorra roja.


Marcial no se queja de su suerte. Camina entre horas con paso alegre por Vía Hispanidad, y mira los contenedores de basura de reojo.

Dice que “no le falta de nada”.

“Para comer, de vez en cuando vienen matrimonios de excursión, pasan la valla y nos dejan comida en “cajicas” que nos dura para toda la semana”.

Marcial lo cuenta avergonzado, como si se arrepintiese de aprovechar los cuidados desinteresados de esa gente anónima. Si a eso de las dos no tiene nada, acude al convento de Vía Hispanidad, donde nunca fallan:

“¡Nos bajan latas de comida caliente y todo!


Hace unos meses estuvo muy enfermo. Un día llegó la policía y una ambulancia, y le llevaron al Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa. Dice que todo el mundo le trata con respeto y atención. “¡Hasta la policía!”.

“Vienen los nacionales, los locales o incluso la secreta. Paran y nos preguntan que qué tal estamos o si necesitamos algo. Luego se van”.

Matías ha trabajado como carpintero, recogiendo fruta o en la vendimia.

“Estuve más de dos años trabajando en Tudela. ¡Si hasta me apadrinaron ahí!”



Cuando preguntas los “cómos” a un sintecho, uno espera oír apatía y lamento. Pero Marcial contesta a las preguntas con una sonrisa y habla pausadamente, destilando calma y confianza.

Intimida encontrar tanta vida rodeada sólo de penuria. Sólo baja su mirada verde brillante y sube los hombros cuando le preguntan sobre “lo que pasó”.


Mientras hablamos, José Miguel, su compañero de calle, mira a otro lado sentado a unos metros, ausente.

Marcial le señala con un movimiento de barbilla. Resignado, murmura:

“No sé si querrá hablar contigo”.

José Miguel acaba de hacer sus necesidades a menos de diez metros de donde ahora se sienta a mirar una pequeña fogata. Concretamente, entre un anuncio de La Semana Fantástica de un establecimiento y otro del mandamás político de turno. Paradójico.

Ahora, su mal pulso le hace temblar mientras sentado mientras fuma y tose hasta parecer ahogarse. Al fondo, bajo los ojos, tiene las ojeras hechas heridas.

Acepta las preguntas pero elude las respuestas, y parece tener miedo hasta de mirar.
Dice que sólo le “jode el mal tiempo”.

“Bueno y que hay veces que no tengo para el chato de vino o pa fumar”



Marcial excusa a su compañero dirigiéndome un gesto de negación y una sonrisa.

Tras despedirme y hacerme prometer nuevas visitas, Marcial me acerca los ojos verdes que presiden su cara arrugada y me susurra:

“Ven, te acompaño para salir. Allá adelante tenemos otro agujero en la verja. Así no tienes que dar la vuelta”.

La Inmigración en Zaragoza - El servicio ropero de San Juan de la Cruz


Pepa hace un gesto exagerado cuando le preguntas por el año en el que se empezó a recoger ropa donada en la parroquia de San Juan de la Cruz.

"Entonces se encargaba de todo una pobre mujer. Cada vez había más ropa y más gente y muchas veníamos y nos preguntábamos cómo podía encargarse de tanto ella sola".

Ahora es Pepa quien coordina el servicio ropero de la parroquia, con la colaboración de más de una veintena de mujeres voluntarias. Mujeres, en su mayoría de edad avanzada, que seleccionan, lavan, planchan, clasifican y ofrecen ropa de forma personalizada a quien acuda necesitándola.

Una ayuda para muchas familias -Pepa asegura que casi todas inmigrantes- que constituye uno de los más longevos ejemplos de cooperación desinteresada en Zaragoza.






jueves, 19 de junio de 2008

La inmigración en Zaragoza - Algunos datos


Paty y Ermenegildo son sólo dos de los 92.491 inmigrantes que residen en Zaragoza, el 12,5% de la población de la capital.

Desde el año 2.000, su número se ha multiplicado por trece y se dice que la tendencia seguirá siendo ascendente.

Rumanía y Ecuador cuentan con las colonias más numerosas en Zaragoza y la comunidad china y la pakistaní son las de mayor incremento en este último año.

El estudio "Zaragoza en cifras" del 2007 y publicado por el Ayuntamiento decía que "no se han detectado situaciones de guetos" y que la población inmigrante "está muy distribuida por toda la ciudad".

Pero también determinaba, como recogían varios medios aragoneses, que casi la mitad de la población inmigrante de Zaragoza se concentra en los distritos de Delicias (25,1%), San José (12,2%) y Casco Histórico (11,7%).

En este último barrio los inmigrantes suponen el 22,65% del total de residentes. Casi uno de cuatro. Otro ejemplo de esta realidad es Casetas, donde el 23% de su población censada es inmigrante.


El Ayuntamiento de Zaragoza destacó en la presentación del informe que sin la inmigración "no sería posible el crecimiento y prosperidad de la ciudad".

Dejando a un lado lo acertado o no del subrayado institucional, ojalá la ciudad les devuelva la prosperidad que ellos también necesitan para crecer.